16.7.07


Continúa de la primera noche de Alanís:

En la segunda noche, habíamos quedado Isabel y sus hijos, Estrella, una amiga de I. y yo. Nos volvimos a instalar en el campito de futbol, no sin cierto trabajo, ya que el tenderete de Estrella se lo habían dado con un cable extensor roto. Pero al fin pudimos dar por casi buena la instalación y aunque Alvaro nos daba de vez en cuando la matraca: “pues en Decatlon hay un anuncio que dice que no se puede montar una tienda con el extensor rotooooo”..... y ¡dale!. Así que nueva tarea: montaje de teles y prisma y al terminar, el de mesa, taburete y viandas y cuando estábamos a punto de dar buena cuenta de ellas, entran en acción un par de faros que nos dejan ciegas y dos agentes que nos dicen: “Aquí no se puede acampar”.... ¡”oiga que ahí pone zona de acampada”!..... “que no, que sí, que documentación, que mire usted que por nosotras no es, que venimos a observar expresamente a esta zona tan bonita y tan negra desde Sevilla, que es por los niños que se echen un ratillo, que miren ustedes tener que irnos ahora con la hora que es, que en el campin hay mucha luz además de un fiestrorro de susto”... “que bueno, que nosotros nos vamos y no digan que hemos pasado”, “¡ah, pero antes de irse ustedes les contamos un poquillo de nuestra movida, la que tenemos por ahí arriba ya que les quiero presentar a Vega, Deneb y Altair y que miren que joya de Escorpión tenemos ahí de vigilante, con su aguijón preparado para defendernos, y las flechas del arquero Sagitario dispuestas al disparo, ¿los planetas? no, no está a la vista ahora más que Júpiter con sus satélites, mírenlos aquí en el telescopio, ¿y lo maneja sin ordenador?..., sí, que se aprende más... “bueno pues nosotros nos vamos, que vean mucho y recojan prontito que por la mañana vienen los del Parque Natural y le pueden poner multa por la acampada”.... De acuerdo, pues muchas gracias señores beneméritos, que les tendremos presente en el resto de la velada por no habernos obligado a desmontar toeltinglao”.

Así pues seguimos, alegremente con la cena, risas y comentarios y posterior observación en un cielo rabioso de brillo. La Vía Láctea estallaba de esplendor y como a la par que a los agentes, habíamos hecho la introduccción también para Estrella, al poco ésta se acostó contenta y encantada del espectáculo, aunque algo temerosa de que se le cayera encima su tenderete. A la hora y pico hacia un frío de guantes, bufanda, gorro, polares, lo que nos hizo comentar que estas prendas no te las debes dejar atrás por muy verano que sea y por muy difícil y raro que te parezca. Mis pies ya no los sentía, así que ante riesgo de caída, me metí un rato en la tienda, no en la de Estrella que estaba sujeta con apenas un extensor. Y en el capítulo que sigue, narraré mis desventuras para entrar en semejante resguardo.