23.8.07

En la siguiente semana, la del Reta, aún más lejos,... aunque conduciendo la pobre Isabel, fueron demasiados kilómetros, echando todo el viernes en el desplazamiento, esa noche nula para la observación y la del sábado algo más aprovechable pues vimos varios hermosos bólidos ya que por ello estábamos en la noche del 11 al 12. Me fui con el primer grupo que se retiraba, Plegue-Lula, Pepe-Luisa, ya que no notaba el suelo bajo mis pies inseguro y no porque nos hubiésemos liquidado la botella del mihura de guindas, no, sino porque había piedras, pequeñas, pero como pelotas que te hacían resbalar el pie cuando las pisabas. En la terraza de la cabaña (un primor), me senté casi una buena hora a seguir mirando para arriba, hasta que el sueño me fue venciendo. El resto llegó al poco después porque la noche había empezado a humedecer los telescopios. Por la mañana desayuno en común y preparación de las provisiones para tomárnosla en el camino que, iniciamos después de despedirnos de la concurrencia que por cierto, se había marchado casi la mitad. Otra vez Isabel agarró con voluntad el volante y parando en bonitos sitios para hacer fotos, visitar varios cajeros, tomar los bocatas, beber y desbeber, preguntarle a una pareja de g.c. y alguna otra parada más, al fin llegamos a nuestra preciosa ciudad.

En el enlace están comentadas las fotos por lo que me ahorro más descripciones:
http://picasaweb.google.es/mrhereza/20070812RETA2007ArasOlmosValencia


y por último, el comentario de que han sido dos salidas muy agradables, por la buena compañía de los que hemos ido y los bonitos sitios, pero.... de los finde semana de dos días, difícilmente se aprovecha uno ¡y con suerte!... por lo que no me resulta razonable hacer tantos kilómetros teniendo buenos cielos en nuestro entorno y más cercanos para llegar....






En el mes de agosto 2007, hice planes para ir a dos eventos astronómicos: el organizado por la Asociación Huble de Martos (Jaén) el 4 y el 5 y en el fin de semana siguiente el Reta, en Aras de los Olmos -Valencia- del 10 al 12 que comento a continuación, aunque no creo que los eche en olvido si no lo hago.

Al primero, el de Martos fui con Javier D. y su encantador hijo Pablo. El viaje, largo. Hicimos una parada para almorzar bajo un árbol apartándonos algo de la carretera. Estoy totalmente segura de que fue uno de los días de más calor de todo el verano. Llegamos al fin al precioso teatro de la ciudad en donde había sido organizado el acto. ¡Qué gusto el aire acondicionado!... y una interesante presentación sobre el cine astronómico... más bien sobre las fantasías que los directores de cine han elaborado sobre naves procedentes del exterior... ¡invadiendo la tierra, como no!, a pesar de ello los trozos de películas que escogieron fueron muy interesantes, el de 2001 y algunos otros que llenaron de angustia y miedos nuestra infancia. Cuando terminó, fuimos al campo de observación donde enseguida instalamos los tenderetes. No imaginaba yo a mis años verme en estas habilidades, ¡pero en fin mientras el cuerpo aguante! ... cenábamos mientras el cielo se empezaba a apagar. Y pudimos observar algo en el cenit porque enseguida empezó a subir por el horizonte una luz amarillenta que se fue extendiendo hasta dejarnos apenas sin nada. Me metí en un grupo para escuchar sobre la próxima lluvia de Perseidas Terminando esto, eché un rato de cháchara con José Manuel y Javier para después, a pesar del calor, retirarme a mi aposento con sitio suficiente para mis bártulos, los dos bolsillos laterales para botellín de agua y otros objetos menudos. Y en el centro del techo, ¡ah!, lo más primoroso... ¡el gancho para la linterna! La noche fue calurosísima y apenas dormí, aunque "la del alba sería" cuando ya andaba yo buscando el sitio ese privado que habían tenido la buena idea de instalar un poco alejado del sitio previsto para la acampada. Y estaba recogiendo mi tenderete, siguiendo al pie de la letra las indicaciones para hacerlo, cuando se acercó uno que según me dijo "la mía es igual"... pues ¡vaya! que empezó a plegar por aquí, por allá y después de casi un cuarto de hora va y me dice "pues la vas a tener que llevar así"... el plegado era casi como uno de los platillos volantes que salían en las películas que habíamos visto. Pacientemente volví a retomar las instrucciones hasta que el plegado que hice entró en su funda. Fuimos, camino del teatro, a desayunar ricamente y después de media mañana en más charla, ésta algo más técnica sobre geología, nos despedimos y vuelta a casa.

Y aquí las fotos:

El comentario sobre Reta en próxima entrada.