23.1.08

    De cómo Murfhi, Trigémino y Zóster se aliaron para no dejarme ir a la observación de Real de la Jara, de enero 2008:

    Andaba desde primeros de año el Sr Murfhi a mi alrededor dándome avisos y señales para no dejarme ir y yo sin echarle cuenta, aunque no tuve más remedio, la víspera de la salida, que ir al médico para que me mandase algún alivio para mis molestias... “Tiene una neuralgia del trigémino”, me dijo el doctor... “¿mande?”... “..y eso, ¿qué es?”. “Podrá aguantarlo con esto que le receto, pero es aconsejable que se refugie en casa de alguien...” Así que me fui a casa de mami y mosqueada, echaba pestes de Murfhi; “so malage, M. ¿es que no podías haber esperado tres días?”... “yo que salía de observación de estrellas este finde, y ahora ¿qué?... En esto, Trigémino que estaba ya presente, va y dice: “No te preocupes que vas a ver las estrellas y como estoy presente por mor de Herpes Zóster que quiere dar la cara por la tuya, pues vas a ver no sólo estrellas, sino la Galaxia entera”.....Asi fue: El Trigémino me dio una buena paliza el finde y en la noche del sábado al domingo, el ataque de Zóster fue brutal: La mejilla izquierda, desde el labio, encías, paladar, nariz, hasta la sien, quedaron de tal manera inflamados que asustaba. A Urgencias del Hospital Macarena, del que tras 2:30 horas de horrible espera en una sala, que más era mercado por el ruido, decidimos irnos después de llenar una hoja de reclamaciones por no haber sido atendida.

    En casa calmante y descanso y de nuevo a urgencias, esta vez la del H. San Juan de Dios, en donde no tardaron en sacarme de una sala de espera más soportable. La médico, joven, pero sabedora de lo que había detrás de tan monstruosa mejilla, me recomendó paciencia, “Esto no será cosa de una ni de dos semanas, pero se aliviará y le pasará”. Y aquí entró de nuevo la Farmacología S-XXI, que con su potente voz habló: “Debes aguantar un poco, pero no temas, que yo te ayudaré.... te llevaré por nebulosas, no la de Orión, ni la de la Roseta, sí será por nebulosas de pesadillas y extraños sueños, pero cuando salgamos de ellas ya se te habrá pasado la idea de tirarte por la ventana, pues los latigazos e inflamación se habrán alejado... un poco .”

    Así que, confiada, al día siguiente fui al baño sola, viniendo a dar de narices al suelo, de donde me recogió mi madre en medio de un charco de sangre. En los dos o tres días siguientes ya no me dejaron sola ni un momento, llevándome en volandas cada vez que necesitaba ir de nuevo. Hubo que ir, una vez más, a Urgencias V. del Rocío, esta vez recogida por ambulancia, pues Herpes Zóster quería entrar en el ojo cuyo estado de inflamación era preocupante: “No ha entrado aún, esté tranquila, pero vamos a establecer una pantalla para que no pueda hacerlo”, me dijo el oftalmólogo y a partir de aquí mis días y noches fueron de nieblas, pesadillas y continuas tomas de los fármacos que tocaban.

    A éstos puedo agradecer que hayan dado un Alto al terrible virus, el mismo de la varicela que, al haberlo tenido cuando niña, puede activarse en la madurez con la gran virulencia con la que a mi me ha afectado. Y sobre todo agradecimiento a mi madre y hermanos, que me han sostenido, velado, traído y llevado con su amor y dedicación, la mejor medicina que, sin duda, he podido tener.